Arte y Belleza en la calle

belleza en la calle

Arte y Belleza en la calle

Hoy me he levantado con un montón de preguntas alrededor del lugar que ocupan el Arte y de la Belleza en nuestras vidas y en nuestras ciudades. Parece mentira cómo el hacerse una pregunta puede cambiar el modo en que vemos la realidad. Cuestionarnos cosas nos ayuda a ponernos en el camino para encontrar las respuestas. Os cuento las respuestas (y nuevas preguntas) que me he ido encontrando durante un paseo por Brooklyn, NY.

Lo primero que me ha llamado la atención es la gran cantidad de manifestaciones de lo que podríamos llamar «belleza callejera». 

belleza en la calle

He visto cómo las puertas de muchas de las casas luchan por dar color al gris de la ciudad, en una batalla librada por ciudadanos que usan sólo flores y plantas como «arma» pictórica. Y no sólo eso, he podido comprobar cómo muchos vecinos intentan embellecer incluso las zonas donde se sitúan los árboles públicos, pintando piedras alrededor de ellos, o tratando de esconder los contenedores con plantas.

Me he cruzado también en varias ocasiones con bicicletas pintadas de blanco y recubiertas de flores. He descubierto que estas preciosas bicicletas tienen además la función añadida de rendir un homenaje a alguien que perdió su vida en un determinado lugar. Este tipo de manifestaciones artísticas callejeras se llaman «Ghost Bikes» (Bicicletas Fantasma). Desde junio de 2005, más de 168 bicicletas han sido instaladas en las calles de Nueva York como homenaje a personas que perdieron la vida yendo a pie o en bicicleta. 

Me ha encantado ver cómo los habitantes de esta ciudad tienen la voluntad de contribuir a embellecer su barrio. He descubierto además que no están solos en esta tarea: esta actitud ha sido fomentada desde hace tiempo por el Jardín Botánico de la ciudad, del que hablé en este post , con un programa que se llama «The greenest block in Brookyn» (El bloque más verde de Brooklyn). La iniciativa es maravillosa porque no sólo embellece la calle, sino es divertida, hace que la gente se relacione y que aprendan cosas sobre las plantas, gracias al apoyo del personal del Jardín Botánico. No os perdáis el video en el que se relata el proyecto.

Mientras paseo pensando en mi pregunta inicial, sobre «el lugar que ocupan el Arte y la Belleza en nuestras vidas», alterno estados de ánimo que van del optimismo y al pesimismo, según las características del espacio en el que me muevo. Desde luego estos cambios de mirada se producen porque no todos los ambientes urbanos en la ciudad son como algunos barrios residenciales de Brooklyn llenos de flores. Nueva York es una ciudad llena de contrastes. 

En NY algunas calles y espacios públicos, igual que cualquier otra ciudad occidental, están repletas de imágenes publicitarias que trasmiten mensajes relacionados con modelos de cuerpo, vida y felicidad simplemente imposibles. Nada más lejos, a mi modo de ver, de un concepto de Arte y Belleza que contengan unos valores al servicio del ser humano.

Llenar las calles de publicidad de un cierto tipo, es, bajo mi punto de vista, lo opuesto de rodearnos de una belleza que nos aporte. Sin duda alguna, es un tema complejísimo, porque no toda la publicidad hoy en día responde a estos esquemas. Además, para encontrar una vía de mejora de lo que «consumimos visualmente» en el espacio público, deberíamos sumergirnos en un debate que albergaría temas como dónde comienzan y acaban los derechos y libertades individuales y de las empresas, o cómo cuidar la salud de una comunidad, que tendrían que afrontarse desde distintos puntos de vista.

Mi diálogo mental continúa mientras entro en el metro, y como si las imágenes que me voy encontrando dialogaran con mis pensamientos, encuentro este cartel publicitario. En realidad no es una publicidad, es un fragmento de la obra de un artista, John Singer Sargent.

Enseguida me imagino a una madre y una niña esperando el metro, contemplando esa imagen. Visualizo incluso su conversación. La madre está tratando de explicar a su hijita en qué época está ambientada la la imagen, cómo se vestian y vivían las personas, qué colores y materiales ha usado el pintor…Y quién sabe, tal vez a partir de allí, incluso se despierta el interés por ver el cuadro en directo y visitar un museo en familia, comprar un libro de arte, o aprender Historia. 

La contemplación de una obra de arte puede ser el detonante para tirar del hilo de infinidad de temas que pueden derivar en acciones educativas, si acompañamos el proceso de manera consciente.

En este proceso de contemplación del cuadro, de repente me pregunto: ¿de quién es esta extraordinaria iniciativa de incluir cuadros en el metro? Acostumbrada a ver sólo publicidad en los espacios publicos, encontrar un cuadro fuera de un museo, ha sido para mí un placer enorme. Es fácil descubrir el misterio: la iniciativa se denomina Art Everywhere US, y lleva obras de arte americanas a espacios públicos para dar a conocer a sus artistas. Me ha parecido no sólo un modo de promocionar la cultura americana, sino de llenar las calles de imágenes sin fines comerciales, creadas con objetivos muy distintos de aquellas que forman parte de nuestros habituales contextos urbanos.

Mientras vuelvo a casa, el día me regala una nueva experiencia que ha aporta todavía más luz a mi pregunta inicial sobre la utilidad del Arte y la Belleza en nuestras vidas. Pasando por el Prospect Park de Brooklyn, me he encontrado con una escultura de una cabeza gigante en medio de una zona de césped. No está vallada, ni lleva incorporada ninguna indicación acerca de la imposibilidad de ser tocada. Hay un simple cartel que indica «Don’t climb», no subirse a ella. 

Así que ante la ausencia de normas más claras de comportamiento, los niños más pequeños, se mueven a su alrededor. Y tocan todas las partes de la anatomía de la escultura, con gran curiosidad, como intentando descubrir sus secretos escondidos. Soy testimonio de un diálogo entre infancia y arte, a través del movimiento y el tacto, en la que parece una especie de «danza del descubrimiento», en el que no ha sido necesario mediar una sola palabra.

Sin duda alguna, los niños se benefician de una relación con el Arte directa, táctil, comprensible, e integrada en su vida cotidiana. Y no sólo los niños, también los adultos.

Hoy termino mi paseo por Nueva York convencida de que el Arte y la Belleza tiene una función y efecto positivo en nuestras vidas. Generan diálogos, nuevos intereses, relaciones, nos hablan de nosotros, de quienes somos realmente: seres creativos, cercanos a la naturaleza, a quienes les importa construir juntos nuevos modos de convivir, si dejamos espacio para la aportación de cada uno.

Y me pregunto ¿Cómo podemos acercarnos más a una sociedad en la que la Belleza y el Arte ocupen un lugar verdaderamente importante en nuestras vidas? ¿Son suficientemente bellos los espacios en los que vivimos? ¿Es la belleza un derecho en nuestra sociedad?¿Qué podemos hacer individualmente en nuestra familia y escuela para embellecer nuestros espacios y mostrar la importancia de hacerlo a nuestros hijos y alumnos?

Creo que es necesario  también que como sociedad seamos cada vez más conscientes del efecto que tienen las imágenes y entornos en los que vivimos para nuestra alma, valores y evolución como seres humanos y que las cuidemos cada vez, cada uno desde su lugar.

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Maria Folch. Artista, educadora artística licenciada en Bellas Artes y asesora educativa formada en Crianza Natural y Pedagogía Waldorf. Ha vivido dos años y medio en NY y vive desde hace varios años en Reggio Emilia, Italia.

Charlas y talleres para grupos y consultas particulares para padres y maestros sobre cómo integrar el arte en el currículum, incorporarlo en los espacios y ambientes, y cómo analizar las imágenes visuales con las que convivimos.

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