31 Ago Fluir
En este post vas a encontrar la transcripción del episodio número 14 de mi podcast «Creatividad Consciente»
En este episodio comparto contigo algunas pincelasdas de lo que he aprendido del libro «Fluir», una psicología de la felicidad, de Mihaly Csikszentmihalyi.
Para ello te cuento las bases de la experiencia de «flujo» o lo que el autor llama «la experiencia óptima», y lo pongo en relación, entre otras cosas, con la importancia de que cuidemos de la experiencia de disfrute en la vivencia que tienen los niños y niñas, los chicos y chicas durante la creación artística.
Para acceder a más información sobre el concepto de flujo y la influencia que puede tener en una vida creativa, podéis acceder al Atelier Ser Creatividad para adultos: https://ebeca.org/atelier-ser-creatividad-desarrollo-artistico-crecimiento-personal/
En este artículo vas a ver imágenes de acuarelas con pintura fluida realizadas en el Atelier Ser Creatividad para los miembros de esta comunidad que trabaja la creatividad a 360 grados, con recursos de crecimiento personal y artísticos, mes a mes.
Y sin más introducción, aquí tienes la transcripción del podcast. Que lo disfrutes:
Lorin Hollander, hijo de un primer violín en la orquestra de Toscanini, fue un niño prodigio tocando el pian. Su padre era extremadamente perfeccionista y puso sobre la incipiente carrera de su hijo unas expectativas que éste no pudo soportar. Un buen día, mientras era adolescente, sus dedos no respondieron a sus órdenes, y permanecieron en la más absoluta quietud. A pesar de que Loris disfrutaba enormemente de tocar, hasta, según cuenta, llegar prácticamente al éxtasis, la presión le hizo no solamente desconectarse del placer, sino que le indujo a una especie de parálisis de tipo psicológica.
Hoy Lorin Hollander, totalmente recuperado de su bloqueo, ayuda a jóvenes no sólo a mejorar técnicamente a nivel musical, sino que principalmente, les acompaña en el proceso de vivir la música como fuente de disfrute.
Esta anécdota y muchísimas más, que nos hablan acerca de las condiciones en las que un ser humano es capaz de disfrutar plenamente de una actividad, está presente en el libro “Fluir”, una psicología de la felicidad, de Mihaly Csikszentmihalyi.
¿Cuál es su especialidad? Es el director del Quality of Life Research Center de la Claremont Graduate University, en California,y anteriormente fue profesor y decano del departamento de psicología de la univesidad de Chicago.
Su campo de investigación son los aspectos positivos del pensamiento, como el optimismo, la creatividad, la motivación intrínseca y la responsabilidad.
Una obra, la de “fluir”, apasionante, que descubre algunos de los secretos de lo que el autor denomina la “experiencia óptima” o también “flujo”, un estado de plenitud derivado de diferentes tipos de actividades que pueden realizarse desde la libertad y con total involucración por parte de quien la realiza.
En el libro nos cuenta cómo la música, así como las demás artes, es una de las actividades que históricamente más flujo han ofrecido a los seres humanos, al igual que el juego y el ritual, antiguamente ligados a la religión, pero que con los años se han ido desacralizando. Aunque haya cambiando el contexto en el que se realizan, no por ello han perdido el potencial de ofrecer disfrute al ser humano que en su día tuvieron.
Fluir no sólo en lo artístico
Sin embargo, tal como comentaba, no son solo las actividades artísticas, lúdicas o rituales, aquellas que pueden ofrecernos la experiencia del flujo, porque en realidad el libro nos demuestra que, aunque hay algunas actividades, como las artes, que tienen un mayor potencial a la hora de proveernos de experiencias de plenitud, también es cierto que podemos sentir la sensación de flujo -que dentro de poco os definiré-, con trabajos cotidianos e incluso rutinarios, siempre y cuando encontremos un sentido a lo que estemos realizando.
Se ha visto que las sensaciones que definen el flujo son las mismas en hombres, mujeres, jóvenes, viejos, distintas culturas y profesiones: músicos, atletas, artistas, y profesiones mucho más humildes como la del trabajo en una fábrica. A esta conclusión se ha llegado a través del Muestreo de la Experiencia, una encuesta realizada a más de 100.000 personas a las que se les ha ido preguntando acerca de la calidad de sus vivencias en diferentes momentos de su día a día.
La sensación que relatan todas estas personas tiene que ver con lo que podríamos llamar “disfrute”, que es distinto del placer, el cual según el autor, este último, es algo mucho más inmediato, menos implica menor complejidad y a veces carece de aprendizajes significativo.
Así pues esta sería un resumen de la fenomenología del disfrute:
- Hay disfrute cuando llevamos a cabo tareas que tenemos la oportunidad de lograr (ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles)
- Somos capaces de centrarnos en ellas, es decir, somos capaces de estar enfocados de manera consistente.
- Las metas de estas actividades son claras, y hay retroalimentación
- Cuando se realizan, se actúa con profunda involucración, con una atención de tal calidad que no queda energía psíquica disponible para estar contemporáneamente centrado en las las preocupaciones cotidianas
- Se tiene un vivo sentimiento de control sobre las acciones que se realizan.
- También desaparece la preocupación por la personalidad mientras se está en la actividad, dejando de lado el meditar sobre uno mismo. Lo cual no significa que desaparezca nuestra personalidad, sino que surge con más fuerza después gracias al sentimiento de haber aprendido nuevas habilidades.
- Se experimenta a su vez una alteración del paso del tiempo
Y de nuevo, recordar que no solo es posible sentir la plenitud de la experiencia óptima a través de actividades potencialmente susceptibles de proveer flujo como las artes o los deportes, sino que el autor nos comenta que es posible sentir esa plenitud incluso en situaciones de lo más complejas, incómodas e incluso desesperadas.
Grandes supervivientes
Ejemplos célebres fueron protagonizados por personas que sobrevivieron a guerras y cautividades gracias a conseguir dar sentido a las vivencias que estaban atravesando, encontrando una salida, a veces interior, que les permitía experimentar la libertad, la acción libre, incluso allí donde aparentemente nada era posible de realizar.
VIKTOR FRANKL, el psicoanalista que sobrevivió a un campo de concentración y que contó su experiencia en el libro “El hombre en busca de sentido”, del que os he hablado en otras ocasiones en mi blog Ebeca.org, nos confirma que observó a personas en situaciones extremas, y la diferencia de con respecto a los que sobrevivían por así decirlo psicológicamente era el sentido que eran capaces de dar a las propias acciones, incluso cuando estas acciones eran puramente interiores – ya que externamente prácticamente nada podía hacerse-.
Esta podría ser una posible respuesta al gran misterio de qué diferencia a las personas que consiguen mantener su dignidad y cordura en casos tan extremos, de las que no lo consiguen.
El autor reconoce que algunas de las dificultades a las que nos enfrentamos en la vida son difíciles de superar, como la cautividad, la salud o pobreza extrema, sobretodo si caen sobre una base biológica o cultural desfavorable.
¿Qué secreto encierra la persona que sabe disfrutar?
Sin embargo, en condiciones no tan difíciles, en situaciones socioeconómicas y culturales parecidas, dentro de nuestro mundo desarrollado, ¿qué hace que una persona sea capaz de proveerse de más vivencias de flujo, de disfrute, que otra, y en consecuencia que disfrute más de la vida?
Puede que el hecho que una persona pueda llegar a transformar casi cualquier situación en una oportunidad de aprendizaje tenga que ver con aspectos genéticos, biológicos o culturales.
A pesar de que en su libro describe situaciones de lo más variopintas, no tan extremas como las personas que han vivido en cautividad -como las que relata Viktor Frankl – en las que es posible sentir flujo, incluso durante las horas de trabajos de lo más rutinarios, el autor reconoce que es todavía un enigma el motivo que hace que hayan personas con más facilidad que otras
Flujo e infancia
Aún queda mucho por investigar, reconoce el autor, pero cada vez se está dando más importancia a lo que la persona vive durante la infancia, lo que tiene que ver con la educación y el ambiente en el que se vive.
Es decir que muchas de las habilidades que se requieren para poder dar sentido a lo que vivimos, y construir una existencia que merezca la pena ser vivida, pueden ser aprendidas.
Lo que sería ideal es que aprendiéramos cómo hacerlo en primera persona por un lado, y también reflexionar cómo acompañar a los niños y jóvenes para que ellos también puedan sentir una experiencia de flujo en las actividades que realizan, respetando la edad que tienen, y sus características personales.
El juego y las artes pueden ser una gran oportunidad pero también desarrollar el amor por el aprendizaje en ese frágil equilibrio que supone hacer las cosas sin sentir presión externa y por el mero placer de realizarlas.
Porque una característica esencial de la experiencia óptima es que se van consiguiendo retos auto dirigidos, y alcanzables.
Obviamente nosotros, los adultos, somos en buena parte los responsables de los entornos, materiales y oportunidades que ofrecemos a los niños.
Pero el hecho de que ellos continúen teniendo ganas de aprender tendrá mucho que ver no solo con las características de aquello que les ofrezcamos, -que debe corresponder a lo que tiene lógica en cada edad y con sus intereses personales, – sino también con el tipo de acompañamiento que ofrezcamos.
Incluso en una actividad artística como la música, que tan fácilmente lleva al flujo, cuando se presenta de manera en que el resultado sea más importante que el proceso, y el alumno no está preparado para el reto, puede volverse en contra, y convertirse en una actividad estresante, como en el caso del pianista prodigio Hollander, con el que hemos comenzado al inicio del podcast.
Lo mismo podríamos decir del dibujo o la pintura.
Hay un momento para cada cosa. Es muy diferente pintar para un concurso de pintura infantil, cuando tu dibujo y tu personalidad no han evolucionado lo suficiente como para desear competir, que hacerlo en la edad adulta,
Si eres adulto y participas en un concurso de pintura es porque has decidido libremente medir tus capacidades con un jurado, comprendes plenamente, lo que es, estás dispuesto a ser juzgado en ese contexto, y porque, tal vez te interesa el premio que se otorga o el reconocimiento.
Puede parecer algo totalmente inocente, un mero juego. Pero “un premio al mejor dibujo” deja claramente en los participantes que no se llevan el premio el mensaje de que hay alguien externo que sabe más que uno mismo acerca de la belleza de lo que uno dibuja. Y que hay una sola interpretación de lo que es bello, y de lo que no.
Lo hemos dicho en otras ocasiones, los niños no son artistas, aunque pueden beneficiarse de las artes porque es un lenguaje que es natural en el ser humano -aunque muchos adultos lo hayan abandonado-, acompaña perfectamente su evolución y necesidades de desarrollo.
La clave está en saber cómo crear entornos artísticos que protejan sus personalidades en crecimiento, y donde puedan vivir en libertad la experiencia de fluir con sus creaciones, disfrutando del proceso más allá del resultado.
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