El Museo Marítimo de Barcelona y las mil historias sobre el mar

El Museo Marítimo de Barcelona y las mil historias sobre el mar

Ramón era un padre de familia tan amante del mar que intentaba siempre que podía navegar con su pequeña barca. La vida no le llevó a profesionalizar su afición por diferentes motivos, pero su relación con el mar fue siempre muy íntima e intensa. Fue él quien me habló por primera vez de un Museo tan bonito plásticamente como interesante a nivel educativo: El Museo Marítimo de Barcelona. Se pasaba horas visitándolo, quién sabe si imaginándose cómo hubiera sido su vida en el caso de ser navegante o pescador. Quién sabe si sus antepasados vivieron ligados a lo marítimo o si él mismo lo estuvo en una existencia anterior. Lo cierto es que a medida que se iba haciendo mayor, se asemejaba cada vez más a un marinero, sobretodo cuando se dejó crecer una barba blanco brillante que contrastaba con el color tostado de su piel envejecida por el sol.

 

Una visita al Museo Picasso hizo renacer en mí el deseo de conocer el Museo Marítimo de Barcelona, casi por asociación de ideas. Ocurrió cuando, al detenerme delante de un cuadro de juventud de Picasso, descubrí una Playa de la Barceloneta irreconocible. El contraste de esa imagen con la de la Barceloneta actual avivó en mí el interés por saber más acerca de la historia y el patrimonio marítimo de la ciudad condal.

Pablo Picasso. Playa de la Barceloneta. Barcelona, 1896. Óleo sobre lienzo. 24,4 x 34 cm

El Museo Marítimo está situado a mano izquierda de las famosas Ramblas de Barcelona, en su tramo final. Se encuentra pues en un enclave tan particular como afortundado, pues permite desvincularse del flujo interminable de turistas que frecuentan la afamada avenida. Esta interesante ubicación convierte el Museo Marítimo en todo un oasis de tranquilidad, que es aprovechado tanto por los turistas más avispados que han sabido encontrarlo, como por los mismos ciudadanos de Barcelona.

Este precioso Museo se encuentra ubicado en el antiguo edificio de las Atarazanas Reales (en catalán «Drassanes») de Barcelona, un conjunto arquitectónico gótico que se comenzó a construir hacia el final del siglo XIII. Inicialmente, el edificio se destinó a la construcción de las galeras de la flota de la Corona de Aragón. El conjunto arquitectónico fue evolucionando a la vez que lo fueron haciendo las características de las embarcaciones que en él se construían. Las Atarazanas también se vieron modificadas por otras circunstancias, como cuando fue necesario fortificarlas durante la «Guerra dels Segadors». A partir de mediados del siglo XVIII no se construyeron más barcos y pasó a ser un almacén. No fue hasta 1935 cuando el Ejército cedió el edificio a la Generalitat de Catalunya, la cual lo convirtió en el espacio expositivo que es actualmente.

El Museo Marítimo sorprende por diferentes motivos. En primer lugar, me ha encantado el modo en el que se presentan los diferentes objetos e informaciones. Hay muchos materiales interactivos para que los niños y adultos aprendan cosas sobre el mar, los diferentes tipos de embarcaciones y las profesiones relacionadas con la cultura marítima. También me gusta el modo en el que exponen las historias, en muchas ocasiones ligándolas a las biografías de sus protagonistas, los cuales las relatan, a través del recurso de la teatralización, en primera persona.

En cuanto a la selección de contenido también es de lo más variado y sorprendente. Hay muchísima información sobre la navegación y la actividad portuaria, interesante desde el punto de vista de la ciudad de Barcelona pero también a nivel de Historia de la Navegación en general.

Pero uno de los materiales expuestos que sin duda llama más la atención es el de la gran reproducción de la galera llamada «La Real», utilizada por Juan de Austria durante la batalla de Lepanto y que fue construida en 1571. La nave fue construida en las Atarazanas en 1568, y su dimensión era de 60 metros de eslora por 6,2 metros de manga.

No sólo la preciosa reproducción llama la atención, sino toda la historia de estas embarcaciones que es posible conocer a través de vídeos y otros materiales expositivos. Estas naves sin motor, movidas exclusivamente por fuerza humana, eran transportadas por cientos de hombres, esclavos o prisioneros, los cuales lograban sobrevivir apenas unos años en condiciones infrahumanas. Su profundo olor se percibía a tal distancia que hacía casi imposible para este tipo de nave el ataque por sorpresa, a pesar de que siempre viajaba en la tripulación un perfumista, encargado precisamente de intentar mitigar con esencias su terrible hedor.

Las maquetas de barcos, objetos y otras curiosidades también requieren mención especial en este fantástico espacio expositivo.

El espacio exterior del Marítimo lo convierte en una visita obligada para todas las edades, con su cafetería interior y terraza exterior. En ésta última es posible tomar un café a la sombra de los árboles, refugiados del alboroto del centro de Barcelona, en un precioso rincón donde el nivel de ruido auditivo y visual se reducen considerablemente.

El espacio exterior es ideal para niños: hay una pequeña fuente central con pececillos y una reproducción del submarino «Ictíneo», ideado por Narcís Monturiol y presentado en el puerto de Barcelona el 23 de septiembre de 1859.

Y por si fuera poco, es posible visitar en el mismo Port Vell de Barcelona, una embarcación hoy centenaria, un pequeño velero hoy llamado Santa Eulàlia, antiguamente llamado «Carmen Flores». El velero viajaba a América para transportar cereales, madera, sal y minerales.

Me encantan los museos como éste, a partir de los que es posible tirar el hilo a nivel educativo y aprender tantísimas cosas, a cualquier edad. Creo mucho en el gran potencial de autoaprendizaje que tienen los museos, por su original modo de exponer la información. Si además podemos contar con materiales educativos y actividades preparadas para niños de diferentes edades, como es el caso del Museu Marítim de Barcelona, ¿qué más se puede pedir?

Es interesantísimo visitar un museo para poder luego despertar la curiosidad sobre un tema, y que la experiencia de la visita no quede ahí ese dia. En ese sentido el Museo Marítimo de Barcelona es una excelente oportunidad para enlazar la visita con un montón de temas:

Historia de los navíos y de los instrumentos de navegación
Conocimiento de la Historia: del puerto, del Mediterráneo, los descubrimientos, etc.
Reconocimiento del valor de los oficios de mar
Estudio de ciencias naturales: oceanografía, biología, astronomía, etc.
Elementos de fantasía, como las historias de Sirenas u otros personajes fantásticos
Mitos y supersticiones ligadas al mar
Ecología y efectos de la contaminación del mar
La pesca desde el punto de vista profesional y de consumo crítico
El tiempo y el cambio climático

Enlazar el estudio del mar con las vidas de sus diferentes protagonistas a lo largo de la Historia es un modo excelente de aprender además cosas acerca del ser humano. Las biografías son siempre un gran recurso educativo, pues en ellas se mezclan los saberes profesionales, la información histórica, y los retos personales, más ligados a las emociones de la persona como individuo único que es.

Y hablando de biografías, del mar y de relacionar ideas, termino mi propia experiencia más allá del museo con una canción que he escuchado en una fiesta dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de la Cofradía de Pescadores del Barrio de la Barceloneta.

La canción se titula «Mare vull ser pescador» (Madre quiero ser pescador), y fue escrita por Antònia Vilàs, una vecina del mismo barrio de la Barceloneta. Narra la historia de una viuda de pescador que intenta inútilmente que su hijo se convierta en cura, por el miedo de que le depare la misma suerte que hizo que su marido falleceria en el mar. Su hijo, tratando de ser empático pero a la vez sincero, le comunica que su destino, a pesar de que comprende sus miedos, le lleva inevitablemente a navegar.

«Mare vull ser pescador
vull ser pescador i no frare
que sóc fill de pescador
i malgrat el teu dolor
jo tinc les venes salades
Mare vull fer-me a la mar
Mare vull fer-me a la mar
i que em bressin les onades»

En castellano:

«Madre quiero ser pescador, quiero ser pescador y no cura, que soy hijo de pescador y a pesar de tu dolor yo tengo las venas saladas. Madre quiero hacerme al mar y que me mezcan (de mecer) las olas».

La canción me hizo recordar de nuevo a mi amigo Ramón, el cual sin duda alguna también tenía las venas saladas.

Tanto si visitáis Barcelona como si no, esperamos que os hayan gustado las historias que hoy hemos compartido sobre el mar y que con suerte hayan despertado vuestra curiosidad por saber más acerca de ellas.

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