«No quiero compartir»: libro sobre los aprendizajes del intercambio de casas para los más pequeños (y no solo)

«No quiero compartir»: libro sobre los aprendizajes del intercambio de casas para los más pequeños (y no solo)

El intercambio de casa es sin duda alguna, una forma económica y creativa de viajar. Ahorrar un dinero en la economía familiar puede ser un motivo de peso para elegir este tipo de alojamiento. Sin embargo, como “intercambiadora” de casas desde hace muchos años, he llegado a la conclusión de que los aprendizajes personales que podemos llevarnos grandes y pequeños superan con creces las simples ventajas económicas.

Hoy os quiero hablar de una de las de las plataformas que estoy usando en los últimos años, que va evolucionando y mejorando con el tiempo: homexchange.

Para quienes no sepan lo que es el intercambio de casa, baste decir que es un sistema a través del cual poner en contacto personas de todo el mundo que quieran intercambiar su casa para estancias cortas o largas, con intercambios recíprocos o no recíprocos, sin uso de dinero.

Y digo que le sistema ha ido evolucionando porque hoy en día cuenta con una aplicación que facilita muchísimo la búsqueda y la comunicación con las otras familias, que incluye cada vez más información que facilita saber de antemano adónde nos dirigimos. Los perfiles y descripciones son detallados y ofrecen la máxima transparencia y flexibilidad, de tal modo que muchos detalles pueden organizarse de manera fácil a distancia.

En la web de homexchange tenéis todos los detalles acerca de cómo funciona este sistema, por lo que no os voy a aburrir con detalles técnicos que podéis leer vosotros mismos.

Libro “No quiero compartir”. Aprendizajes para los pequeños

En cambio me interesa hablaros de algunos de los aprendizajes vivenciales que pueden adquirir los niños con el intercambio de casas. Y para ello quisiera hacerlo con un libro titulado «No quiero compartir» que habla precisamente de los retos a los que se enfrentan los niños en el intercmabio de casas.

Portada del libro «No quiero compartir» de Penguin Books en colaboración con Homeexchange

Una vivencia habitual de los más pequeños, por ejemplo, entre tres y seis años, es la de no comprender aquello que van a vivir. Y es lógico: no tienen desarrollada aún una capacidad de planificación ni imaginativa que les permita anticipar lo que va a ocurrir. Y es muy posible que no hayan adquirido aún – y está bien así- la capacidad de compartir sus cosas.

Porque una cosa es compartir materiales o juguetes en un ámbito educativo, donde se trabaja la vida en común con otros iguales, y desde el minuto cero van “viviendo” la socialidad a través de compartir espacios, juegos y materiales; y otra muy distinta es dejar tu propia habitación, tu cama y tus objetos personales a una persona que no has visto en tu vida.

A algunos niños la idea de otro niño desconocido en su habitación les atemoriza, a otros les desagrada compartir lo suyo, simple y llanamente. Después de jornadas interminables en la escuela, su casa es el territorio donde pueden sentir la agradable sensación de intimidad, lo cual es una necesidad importante que necesitan cubrir.

Fragmento de ilustración del libro «No quiero compartir» de Penguin Books en colaboración con Homeexchange

De hecho, incluso niños mucho más mayores pueden tardar un tiempo en aceptar la idea del intercambio. Pueden pedir a sus padres antes de partir hacia la otra casa que dejen una parte de sus objetos personales cerrados, ofreciendo a los huéspedes solo una parte de sus juegos.

En términos generales, en la mayoría de los casos, y a medida que van creciendo y acumulando experiencias de intercambios, los niños -como los adultos- van flexibilizándose. Porque cuando la experiencia del intercambio pasa a ser una vivencia positiva, son ellos mismo quienes desean, por voluntad propia, compartir. Y pasan a amar la experiencia de convertirse en exploradores de otras habitaciones de niños, descubriendo nuevos libros y juegos que no conocían y que les hacen descubrir otros gustos, y otras formas de vivir.

Y es que este libro que ha editado PenguinKids titulado «No quiero compartir» en colaboración con Homexchange, es precisamente un pequeño reflejo del proceso de cambio de percepción del compartir que muchos niños realizan con los intercambios, a través de experiencias vividas por los niños en primera persona y que les lleva del punto de partida -no comprender de qué se trata y en algunos casos, incluso a rechazarlo-, para finalmente acogerlo con ilusión.

Aprendizajes para todos

El intercambio de casas no es solo, como os comentaba al inicio, un modo de viajar económico. Puede ser que algunos usuarios de este modo de pasar las vacaciones busquen, al menos al inicio, ahorrar dinero. Sin embargo, bastan unas pocas experiencias de intercambio para darse cuenta de que también puede ser una vivencia sumamente enriquecedora a nivel humano.

Pasar unos días en una casa de otra persona se convierte en una especie de juego de descubrimiento, donde no solo descubrimos otra población o país, sino que nos adentramos en la vida de otra familia y vivimos una aventura a muchos niveles.

Fragmento de ilustración del libro «No quiero compartir» de Penguin Books en colaboración con Homeexchange

Algunos de los componentes de este juego podrían ser:

  • La ilusión de los preparativos: los regalos que se dejan a los huéspedes en casa.
  • La sorpresa de lo que vamos a encontrar en la nueva casa: los espacios que son distintos a las fotografías, los libros, los juguetes, el regalo de bienvenida, la persona que nos acoge, etc.
  • La creación de vínculos de amistad: porque e en muchas ocasiones nacen, mucho más allá del puro intercambio, relaciones que luego se mantienen en el tiempo.
  • Los aprendizajes acerca de la diversidad de cada familia: la comprensión profunda de que cada núcleo familiar es único.

Y podríamos seguir:

  • La comprensión de otros gustos estéticos en la decoración o en la alimentación
  • El conocimiento de las pasiones o hobbys de los demás, que pueden ser iguales o distintos de los nuestros
  • El acercamiento a otras culturas o idiomas y sobretodo, a otro modo de ver la vida, que se refleja en cosas tan variadas como los libros de las estanterías, la cantidad de objetos con los que se vive, las especias que hay en la cocina, etc.

Con todo ello, creo que el aprendizaje más grande es el del descubrimiento de las grandes ventajas que nacen a partir de la cooperación entre personas, cuando dejamos de un lado el juicio y nos centramos en lo que nos une y no en lo que nos separa.

Todos deseamos tener espacios de bienestar como nuestros hogares, pero a la vez disfrutamos de la experiencia de acercarnos a otros mundos. Hacerlo con el intercambio es fácil y está al alcance de diferentes tipos de economías.

El ser humano es curioso por naturaleza, desea aprender y ver mundo. El intercambio de casas es un modo de dar rienda suelta a esa curiosidad innata de modo constructivo, transformando un viaje no sólo en un desplazamiento con alojamiento incluido, sino en un modo de cuidar la creatividad a diferentes niveles.

Si os animáis a probarlo, entrad a partir de este link, ambos ganaremos puntos por formar parte de esta comunidad.

Quiero saber más sobre el intercambio de casas

Deseo que os haya gustado este artículo y que os haya traido una mirada distinta del intercambio de casas. Compartid con otras personas de vuestro entorno si pensáis que puede interesarles esta experiencia.



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