07 Nov San Martín y la luz interior
Paseando por un parque natural en Manhattan, Nueva York, me encontré con un grupo de familias de la escuela Waldorf de la ciudad. Al inicio estaban simplemente presentes como usuarias del parque: los padres charlando entre sí, y los niños jugando entre ellos entre los árboles. Al cabo de un rato, se reunieron en un bonito círculo, fueron a buscar unas linternas caseras o farolilos, para encenderlas y un adulto comenzó a contar una historia.
Cuando terminaron el cuento, la ocasión de hablar con algunas maestras y familias para comprender la esencia de lo que estaban realizando. Se trataba de una celebración de su escuela que gira en torno a la festividad de San Martín, el 11 de noviembre. No es una fiesta exclusiva de su escuela, pero se elige por su potente simbolismo y sobre todo, por tener una relación muy clara con los ciclos de la naturaleza.
Orígenes de la festividad
Esta fiesta tiene diversos orígenes. Históricamente era una fiesta pagana, ligada a la cosecha y el inicio del invierno. Coincide con un momento del año en el que ya se siente el frío y las jornadas se hacen más cortas, y puede que se empiecen a comer frutos del otoño como castañas o a abrir botellas de vino nuevo.
En muchos países del norte de Europa como Holanda, algunas zonas de Alemania, o norte de Francia, se celebra la fiesta de los Faroles de San Martín. La historia de este Santo es también muy importante por lo que representa a nivel de valores para los niños. Suele destacarse una anécdota de su vida: su encuentro con un mendigo semidesnudo temblando de frío, al que decidió dar la mitad de su capa. Cuenta la leyenda que se le apareció Jesús diciendo » «Aquí está Martín, el soldado romano que no está bautizado, él me ha vestido». Al despertar, Martín encontró su capa intacta al lado de su cama. La aparición le llevó a bautizarse, aunque siguió adelante con su carrera militar hasta los cuarenta, y después de ello llevó una vida totalmente diferente, siendo primero ermitaño, luego monje y finalmente obispo. Pero esta es otra historia.
«San Martín dividiendo su capa». Van Dyck, óleo sobre tabla. 1618
La celebración y su simbolismo
La tradición de los farolillos ha ido cambiando: a veces se colgaban de los árboles o de un palo. Podían ahuecarse verduras como los nabos, con una vela dentro de modo similar a las calabazas de Halloween. Aunque hoy en día se usan otro tipo de farolillos, realizados con diferentes materiales como el papel combinado con otros elementos reciclados como cristal o cartón, se considera que encender estos faroles atrae buena suerte, y es un símbolo de esperanza, o cuanto menos un recordatorio de dedicar un momento al día para conectar con nuestr parte más íntima y espiritual, que las prisas del día día nos hace, con frecuencia, dejar de lado.
Después de explicar el cuento, las familias, maestras y los niños comenzaron a cantar canciones dedicadas a San Martín y a dar una vuelta por los senderos del parque, llevando consigo su coloreado farol Waldorf. Al final de todo compartieron una bebida caliente y unos dulces. En este caso la fiesta estaba preparada para niños de infantil, pero me dijeron que incluso los chavales mayores aprecian celebrarla y encontrarse aunque sea en otro formato.
El simbolismo de la luz es muy potente, ya que nos remite al concepto no solo de luz exterior, sino también de luz interior. Justamente en el momento del año en el que la luz de la naturaleza disminuye, es bueno recordar que podemos contar con nuestra propia luz, para iluminar el camino. El hecho de hacer el camino, además en comunidad, es una experiencia maravillosa.
Las maestras Waldorf, cuando terminaron, me dijeron que cuando los niños son muy pequeños no necesitan explicaciones como las de los adultos, sino vivencias. La sola experiencia de realizar esta festividad junto a sus seres queridos, maestros y familia, y de caminar en medio de un bosque con la propia luz, aunque sea un pedacito de naturaleza urbana, compatiendo cuentos, cantos y una merienda, es una experiencia anímica simbólica de gran valor, que nutre el alma infantil.
Os invito a realizar vuestro propio farol en casa, y a conectaros con los mensajes profundos que nos lleva esta festividad a todos los niveles.
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SOBRE LA AUTORA
Maria Folch. Artista, educadora artística, terapeuta de flores de Bach y Reiki, asesora formada en Crianza Positiva y Pedagogía Waldorf. Vive y trabaja en Reggio Emilia, Italia. Realiza formaciones y asesoramientos a personas individuales, familias o escuelas en las que une recursos creativos en versión sostenible, y de crecimiento personal. Divulgadora a través de este blog www.ebeca.org y el podcast «Creatividad Consciente«.