¿Mamá puedo hacer una sopa? Experimentación y reciclaje con los más pequeños

¿Mamá puedo hacer una sopa? Experimentación y reciclaje con los más pequeños

Los que ya conocéis el blog sabéis que me encanta compartir experiencias que integran distintos objetivos. Y una de las combinaciones que más me gusta es ecología+educación+creatividad. 

Hace tiempo que estoy investigando a través de la observación y participación en distintas realidades educativas el juego de los niños.  Observando los  «experimentos espontáneos» que los peques realizan en su juego libre, os propongo una pregunta: ¿Dejamos experimentar lo suficiente a los niños en libertad?

Durante la infancia los niños imitan en gran medida a los adultos de referencia, y realizan muchísimas actividades en la que emulan las acciones de los mismos. Un ejemplo de las acciones cotidianas que más imitan es la de «hacer ver» que cocinan. Si bien es cierto que también pueden colaborar en la cocina «real» elaborando sencillas recetas como estas hamburguesas veganas , tienden a jugar a cocinitas incluso cuando no tienen elementos reales a su alcance para hacerlo.

Lo que más me apasiona es que este tipo de juego tan absolutamente básico es que forma parte de la esencia del ser humano. La imitación es un modo de aprendizaje que inspira por así decirlo las acciones experimentales de los más pequeños.

Hoy conocemos la existencia, por ejemplo de las neuronas espejo. En palabras de su descubridor, Giacomo Rizzolatti, de Parma (Italia):

«Somos criaturas sociales. Nuestra supervivencia depende de entender las acciones, intenciones y emociones de los demás. Las neuronas espejo nos permiten entender la mente de los demás, no sólo a través de un razonamiento conceptual, sino mediante simulación directa. Sintiendo, no pensando».

Hacer «experimentos» con los materiales que el niño pueda tener a disposición, por sencillos que sean, es un tipo de juego espontáneo que surge durante la infancia, y que es universal. Se trata no sólo de un ejercicio de imitación, sino también de exploración sensorial importantísimo.

Estamos hablando de un juego tan universal que estoy convencida de que forma parte incluso de la experiencia de los adultos que hoy tienen hijos. Un amigo que es padre me comentaba que cuando era pequeño e iba al restaurante con su familia y mientras tenía que esperar a que sus padres terminaran de comer y charlar, como se aburría soberanamente, recogía con disimulo todas las migas y trocitos de papel que encontraba por la mesa y restos de bebidas y se dedicaba a mezclarlas en una «sopa» para entretenerse.

También he encontrado padres que se arrepienten, con el paso de los años, de no haber dejado experimentar lo suficiente a sus hijos cuando éstos eran pequeños, muy frecuentemente porque estaban muy ocupados por la dificultad de conciliar trabajo y familia. 

Pero no siempre es por este motivo. En ocasiones la razón por la que no se deja experimentar a los niños es porque se piensa que estas actividades son puro entretenimiento  y carecen de contenido educativo. Personalmente creo que en ocasiones se subestima la capacidad de aprendizaje que hay detrás de estos pequeños experimentos de los niños.

Hay un montón de acciones que se pueden realizar a partir de pequeños materiales que ellos pueden jugar a transformar sin un objetivo concreto. Y es posible realizarlas sin crear demasiado caos en el espacio, si se les dedica un lugar, tiempo adecuado y unas normas claras y adecuadas a la edad del niño.

En el ámbito educativo, sin embargo, cada vez hay más realidades educativas que están introduciendo más juego libre experimentación sensorial en el currículum de los niños entre cero y siete años.

¿Qué ingredientes pueden tener las «sopas» experimentales de los niños?

 

He aquí algunas ideas y materiales, como siempre naturales y/o reciclados, que podemos recoger en casa o en la escuela y que podemos poner a su disposición para que los usen en sus experimentaciones sensoriales, juego simbólico y artístico:

 

Trocitos de lanas, hilos y telas

Recortes de papel

Pedacitos de ceras de dibujo

Restos de sacar punta a los lápices

Pieles de mandarinas u otros restos orgánicos

Como elementos aglutinadores podemos usar: agua, harina, arena, sal de cocina, especias o algún pelín de pintura no tóxica, mejor aún si es casera. Obviamente es mucho mejor usar muchos de estos materiales con niños a partir de 3 años para evitar que se los lleven a la boca.

Las acciones que pueden realizar podrían ser: amasar, triturar, calentar, dejar evaporar, y mezclar con otros materiales que pensemos puedan ser interesantes. Verán pasar los elementos del estado líquido al sólido y descubrir diferentes texturas.

Como herramientas también podemos ofrecer variaciones según la edad: cucharas, boles, u otras herramientas de cocina más específicas como un molinillo de café manual.

Dejémosles hacer, dentro de unos límites que sean aceptables según su edad y que sean compatibles con la convivencia familiar, y veremos cómo su creatividad se desplega. Los resultados, si les acompañamos y permitimos sus experimentos ¡pueden ser sorprendentes!

En este post os he compartido algunos ejemplos de materiales que podemos ofrecer a los niños que son impacto cero, y que gustan muchísimo a los niños. No hacen falta inversiones muy altas en materiales para la primera infancia, con un poco de información sobre el juego y desarrollo infantil y un poco de creatividad por parte del acompañante adulto, es posible ofrecer experiencias que cubran su voluntad de experimentación y conocimiento del mundo.

 

Y vosotros, ¿tenéis algún recuerdo de infancia de vosotros mismos realizando alguna sopa experimental?

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Para cualquier duda, contáctame: maria@mariafolch.com

Más información en Facebook e Instagram: Maria Folch , mariafolchart y en la web www.mariafolch.com

 

 



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