Empatía: cómo ayudar a florecer al otro a través de la presencia y la escucha

Empatía: cómo ayudar a florecer al otro a través de la presencia y la escucha

En este post vas a encontrar la transcripción del episodio número 4 de mi podcast «Creatividad Consciente», más toda una lista de artículos y recursos adicionales al final para reflexionar acerca de la empatía, y de cómo podemos cuidar esta herramienta innata en todas las etapas de la vida.

Vamos a realizar un pequeño viaje que comienza en un habitación de hospital y termina en lugares muy distintos como escuelas.

El texto con fotografías de flores extraídas del jardín botánico de Brooklyn, libros de literatura, de comunicación y proyectos educativos para trabajar la empatía y el vínculo, y mucho más.

Todo ello para recordarte que recibir empatía de otra persona puede ayudar a todo ser humano a sacar lo mejor de sí mismo y florecer.

¿Me acompañas en esta pequeña ruta? Comenzamos.

Nos encontramos en una habitación de hospital. Una señora anciana se niega a tomar los medicamentos y repite constantemente “Me quiero morir, me quiero morir”. Las enfermeras la intentan convencer de que se tome su medicina, y de que no está tan mal. Una enfermera voluntaria formada en CNV se encuentra con la señora mientras ésta murmura por lo bajo «Quiero morir». La voluntaria parafrasea lo que repite la anciana diciéndole: «O sea, que quiere morir», en un gesto que no intente negar lo que está viviendo y cree un puente de comunicación. La anciana, acostumbrada hasta al momento a recibir continuos consejos y negaciones, interrumpió la repetición automática de su mantra y comenzó a mostrarse más tranquila. Informó a la voluntaria enseguida de que nadie comprendía que se encontraba muy mal. Desde ese lugar de comprensión las dos conectaron y terminaron hablando de manera muy cercana, incluso abrazándose al final. Hasta ese momento, las otras enfermeras, a pesar de haber intentado utilizar palabras de consuelo y consejos, no lograron calmarla. Lo que necesitaba la anciana, era un contacto con otro ser humano capaz de comprender la honda desesperación que sentía.

Esta anécdota, que os cuento con mis palabras, la podéis encontrar explicada en el libro “La Comunicación No Violenta” de Marshall Rosenberg, del que os he hablado en otras ocasiones, y nos habla del gran poder que tiene la empatía para construir puentes y activar en nosotros mismos, gracias a la escucha auténtica de otro ser humanos, nuestros mecanismos de autosanación.

¿Cómo podríamos definir la empatía? A primer golpe de vista, podríamos decir que es la capacidad de percibir y compartir los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás.

Lo más curioso es que no implica en sí misma la voluntad de salvar a la otra persona sus conflictos, aunque paradójicamente, cuando se realiza con eficacia, representa un gran apoyo para cualquier ser humano, a partir del cual puede poner en marcha mecanismos de autonocimiento e incluso de autocuración.

En realidad, es un término bastante nuevo, aunque podemos relacionarlo con conceptos presentes en grandes religiones como la compasión o el altruismo.

En cualquier caso el concepto está ligado al desarrollo de la persona, pero a la vez no es solo una capacidad o destreza que puede ser adquirida, sino que está muy ligada a las experiencias previas que se hayan tenido antes y se cultiva a lo largo de la vida.

Nuestra capacidad de sentir empatía hacia los demás está íntimamente relacionada con nuestras relaciones primordiales de apego en la infancia.

Hoy sabemos que la calidad de los vínculos vividos durante los primeros años de vida van a dejar en nuestro cerebro un rastro que va a condicionar el modo en el que vamos a conectar con los sentimientos de los demás.

De hecho, tenemos oportunidades para desarrollar la empatía en cada etapa de nuestra vida.

Si abordamos este tema en la edad adulta, será importante que lo hagamos desde la comprensión de las heridas que tenemos abiertas de nuestra infancia por un lado, y por otro, a partir del aprendizaje de herramientas para el aumento de la consciencia de los procesos comunicativos como por ejemplo la Comunicación No Violenta.

Si en cambio, somos nosotros los responsables de acompañar el desarrollo de la empatía en los niños, necesitaremos comprender en qué etapa evolutiva se encuentran los niños para poder ofrecerles experiencias y entornos en los que poder comprender y experimentar en primera persona la importancia de tener en cuenta las propias necesidades y también las de los demás.

La tendencia natural del ser humano, nos dicen los grandes expertos en educación emocional -y no sólo, sino también otras visiones espirituales como el budismo- es el de la compasión.

Sin embargo, son muchos los motivos por los cuales nos alejamos de nuestra naturaleza compasiva ya desde la más tierna infancia. El cuidado de los vínculos desde el nacimiento es uno de los más importantes, y puede y debe realizarse también en ámbito escolar.

Para ello es importante conocer las etapas de desarrollo de la empatía en el niño, que parte en el nacimiento de una empatía global, en la que el niño se siente fusionado con los demás y con el mundo y comienza a desarrollar progresivamente, antes de los doce, la empatía hacia los demás hasta llegar al sentimiento empático hacia grupos de personas afligidas como los pobres o los oprimidos.

Hay muchas maneras de acompañar el desarrollo progresivo de la empatía en los niños, y para ello es importante que esta mirada esté presente en toda la cotidianeidad del día a día, y no se limite solamente a actividades puntuales.

El acompañamiento emocional tiene sentido cuando impregna todos los ámbitos de la vida, y no solo cuando se limita a una actividad programada en el tiempo.

Aun así, existen programas interesantisimos que se han realizado para poder trabajar el tema de la empatía de manera creativa, del que podemos tomar inspiración. Un ejemplo que os traigo es el del programa «Roots of Empathy» o Raíces de la empatía, el cual, precisamente, toma como punto de partida la importancia del vínculo y los cuidados en los primeros años de vida. Os cuento muy brevemente en qué consiste.

Una clase apadrina un bebé que asiste una vez al mes al aula, obviamente con sus padres, para hablar acerca de cómo se cuida al niño y cómo reacciona éste a nivel emocional ante las acciones que realizan los padres para atender sus necesidades y crear vínculo.

Este peculiar programa, creado en Canadá en 2009 por la doctora Mary Gordon, trabaja pues no sólo las emociones sino también el conocimiento de los niños del desarrollo infantil y de las prácticas parentales efectivas.

Las visitas de la familia sirven como un modo de iniciar toda una serie de conversaciones sobre la comprensión de las emociones y la importancia de responder a éstas para que un bebé se desarrolle de manera saludable.

Y de ahí se tira del hilo, porque ese es sólo el punto de partida. Pueden realizarse conversaciones sobre los propios sentimientos y los demás, leer cuentos y compartir experiencias.

La empatía es necesaria en todos los momentos de la vida, en cualquier trabajo o situación personal, porque todos nos enfrentamos a nuevos retos y dificultades que nos ayudan a crecer. Y para poder atravesarlos, aunque en realidad lo hagamos solos, la empatía de otros puede tener un rol crucial.

¿Qué más deciros hoy para ir terminando? Pues que la empatía es, como nos dice Marshal Rosenberg y muchos otros autores, la calidad de PRESENCIA con la que escuchamos a los demás. Sobre qué significa la presencia de espíritu, cómo desarrollarla ,y lo que puede ofrecer a los demás podriamos llenar ríos de tinta o horas de podcasts.

Por lo que para terminar este post de un modo artistico, y radicalmente distinto a como lo hemos empezado, os traigo una bellísima definición de la calidad de presencia en la escucha de los demás a través del personaje de un libro.

El autor del libro es Michael Ende, un autor en el que he encontrado grandes enseñanzas respecto al ser humano. Hace poco compartí en un artículo de mi blog Ebeca algunas citas de sus libros «La Historia Interminable» y «Momo», porque a pesar de tratarse de libros de literatura juvenil, están repletos de grandes enseñanzas también para los adultos.

Para quienes no hayáis leído estos libros, os pongo en situación.

Momo es el nombre de la heroína protagonista del libro, que tendrá que enfrentarse a todo un ejército de defensores de un mundo deshumanizado, contando en su haber con una tortuga, y armas que podríamos considerar, a ojos adultos, totalmente ingenuas e ineficaces.

Sin embargo, una de sus mayores virtudes, y podríamos decir casi superpoder, es que sabe escuchar con verdadera empatía a los demás.

La presentación de la niña y de aquello que la hace poderosa, que hace el narrador, es en realidad un profundo recordatorio de lo que la naturaleza compasiva del ser humano puede llegar a mover en nosotros mismos pero sobretodo en los demás, haciendo que se muestren en su mejor versión.

Con este fragmento os invito a utilizar y a cuidar este superpoder que forma parte de todos y cada uno de nosotros. Sólo tenemos que seguir el ejemplo de Momo, y escuchar (y escucharnos) con todo nuestro ser.

«¿Es que Momo era tan increíblemente lista que tenía un buen consejo para cualquiera? ¿Encontraba siempre las palabras apropiadas cuando alguien necesitaba consuelo? ¿Sabía hacer juicios sabios y justos?

No; Momo, como cualquier otro niño, no sabía hacer nada de todo eso.

Entonces, ¿es que Momo sabía algo que ponía a la gente de buen humor? ¿Sabía cantar muy bien? ¿O sabía tocar un instrumento? ¿O es que -ya que vivía en una especie de circo- sabía bailar o hacer acrobacias?

No, tampoco era eso.

¿Acaso sabía magia? ¿Conocía algún encantamiento con el que se pudieran ahuyentar todas las miserias y preocupaciones? ¿Sabía leer las líneas de la mano o predecir el futuro de cualquier modo?

Nada de eso.

Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector; cualquiera sabe escuchar.

Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.

Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto, miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.

Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a Momo, y le resultaba claro, como tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era importante a su manera, para el mundo.

¡Así sabía escuchar Momo!»

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Más contenidos gratuitos

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Más reflexiones y citas de Rosenberg y Ende sobre la empatía en este artículo.

Un artículo donde te cuento más acerca de la relación entre el apego en los primeros años y el desarrollo de la empatía y otro donde puedes conocer a uno de los máximos expertos en resiliencia del mundo.

Un artículo donde puedes encontrar un resumen de la Comunicación no Violenta y el reflexiones de porqué trabajar la comunicación va a ser importantísimo para las próximas generaciones.

Más frases extraídas de libros de Michael Ende que contienen grandes enseñanzas también para adultos.

En este post encontrarás recursos educativos para trabajar la comunicación con los niños a través de juegos estructurados.

Las fotografías fueron tomadas del jardín botánico de Brooklyn, Nueva York. Puedes conocer más recursos para descubrir la naturaleza aquí en Brooklyn en este artículo donde además encontrarás muchas ideas para conectar con lo natural para llevar también a tu propia ciudad.



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